martes, 15 de septiembre de 2009

Hombre de Plástico

De carita es precioso. Lindos ojos.

Lo vengo tratando hace muy poco. Tiene un sentido raro del humor. Cree que puede conquistar: sí, sí puede. Sabe que facialmente tiene las armas.

Le gusta coquetear. Quiere poner a prueba sus encantos. Yo no temo decir que sí es encantador, eso será para subir su ego, pero también él sube el mío a tomarse el tiempo conmigo.

Lo vi el sábado pasado en una reunión junto con mucha gente. El hombre de plástico fue a sentarse junto a las personas que ya conocía y le dio un beso en los labios a una chica emocionada, aunque dicen ambos, que no son novios.

Sólo hay un detalle que me desilusionó de él: es bajo, tan bajo como lo soy yo... es casi de mi mismo tamaño. La naturaleza no ha sido piadosa y no le ha dado el don de altura. Además se le suma unos gestos que le proporcionan cierta infancia, a pesar de que es mayor que yo.

Eso pasa cuando te guias de fotos, de fotos de rostros, de fotos de cuerpos, de ilusiones... pero no de corazones, ni de medidas exactas. Llámenme materialista, llámenme mala por fijarme sólo en su apariencia... pero es así. La curiosidad nos llama, las fotos nos hacen creer una cosa y pretendemos corroborarlas con lo que nos dicen, creamos mundos paralelos, personalidades perfectas; pero basta un simple "hola" en persona para saber si lo que pensábamos pertenece al reino de las nubes o tiene raices realistas.

¿Por qué le digo Hombre de Plástico? Pues porque él es un polímero, el más común de los polímeros.

Posiblemente yo represento bastante lo que muestro y digo, pero problablemente también termine desilusionando a muchos. Esto de "primero virtual, luego real" es muy común. Me pregunto si los que son modelos y personajes fuertes en lo virtual sientan la necesidad de actuar cuando están en lo real o si "realmente" ellos son tan espectaculares.